Written by Discurso

Palabras de Javier Corral durante el homenaje póstumo a Gabriel García Márquez en el Senado de la República

Muchas gracias, señor Presidente; compañeras senadoras y senadores.

Es muy probable que lo último que hubiera deseado Gabriel García Márquez, definido a sí mismo como un tímido incorregible, es que el mundo literario se rindiera a sus pies, como reseñaron varios periódicos, el Homenaje Luctuoso, Funerales de Estado ofrecido al laureado escritor colombiano en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México; seguramente El Gabo se hubiera vuelto a morir de vergüenza.

Por fortuna, para él, ahora no tuvo qué decir ningún discurso, a los que tanto rehuía.

Yo no vengo a decir un discurso, decía en una serie de conferencias publicadas en 2010; y tampoco que le entrevistaran con un micrófono oculto, en una mesa de un restaurante como lo acaba de publicar ayer en El Universal, Jacobo Zabludowsky.

¿A qué se debe el éxito, la fascinación que El Gabo, como se le conocía en el medio, ejerce sobre millones de lectores?

¿A sus posturas políticas?

¿A sus vertientes como periodista?
¿A sus frases célebres?
¿A su imaginación desaforada?

Pues yo creo que a todo ello, un poco.

Uno de los máximos exponentes del boom, junto con Julio Cortazar, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, por citar a los cuatro más representativos que en la década de los 60’s le dieron a la novela latinoamericana una dimensión universal. Acaso la obra más conocida y que lo consagró como uno de los mejores escritores de todos los tiempos, es sin duda, “Cien Años de Soledad”.

Representativa además de todo un género o corriente literaria, la del realismo mágico, y que, por supuesto mayor peso tuvo para el Premio Nobel de Literatura que le fue entregado en 1982.

García Márquez fue formado en su pueblo como persona; creció entre las selvas, el calor, los colores y los olores de la gayaba, la banana, y a un sinnúmero de frutas en las anécdotas de Aracataca, sus leyendas; sobre todo por las conversaciones de la abuela que contaba sus historias para formar al nieto.

Ese mundo mágico de una parte de América Latina fue su microcosmos de donde salieron los personajes de su obra literaria.

Un microcosmos que inundó un universo literario que el mundo conocería y llamase el realismo mágico.

Por eso, escritores como Alessandro Barico, han dicho que el realismo mágico en Colombia es en realidad, es realidad de todos los días.

Lo publicó en el país el 20 de abril.

Sus vida, fue de hecho una novela o un gran reportaje, según se vea, biógrafos han resaltado sin descansar, cómo El Gabo empezó como un simple reportero en su natal Aracataca, en Colombia, en donde nació, que posteriormente él convertiría en la célebre “Macondo”, de “Cien Años de Soledad”, que de inmediato atrajo la atención de los lectores con aquella frase.

Muchos años después ante el pelotón de fusilamiento el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre le llevó a conocer el hielo.

En lo personal me identifico con él por su inclinación y su vocación periodística, por su vocación de periodista.

Debo decir que tuve el privilegio en la vida de conocer a García Márquez y compartir con él momentos inolvidables.

Tengo como trofeo personal la dedicatoria, cuando me regaló personalmente su biografía: “Vivir Para Contarlo”.

Lo tengo entre mis escritores referenciales y preferidos, pero lo tengo más como el periodista; a diferencia de otros escritores donde es tan difícil unir el papel de periodismo al del escritor; en el del Gabo es justamente lo contrario, supo unir los dos estilos.

De hecho su inicio en el mundo de las letras se inicia cuando su abuela detecta que quiere ser escritor, y en 1948, cuando abandona sus estudios de Derecho, entra como colaborador del Periódico El Universal, de Cartagena de Indias.

Posiblemente es en El Heraldo de Barranquilla, con el seudónimo de Septimus, tomado de Virginia Wolf una colaboración llamada “La Jirafa” donde empieza a cobrar fama por su diarismo mágico o exagerado, “La Jirafa” en honor, decía él, a su novia y esposa, posteriormente, inseparable Mercedes.

García Márquez, como periodista empieza a llamar la atención por el esfuerzo de hacer visible los personajes de sus entrevistas.

Las circunstancias que describe para explicar a sus entrevistados o a sus personajes adquieren una categoría, son imaginados, son visibles ante sus lectores. Estos olvidan que están leyendo, y empiezan a ver lo que dice

la escritura. Despertó la imaginación, sus personajes se vuelven entrañables a sus lectores que hoy están en todo el mundo.

Posiblemente su reportaje más famoso fue el del Relato de Un Náufrago, escrito en 1955, las Noticias de un Secuestro o la Crónica de Una Muerte Anunciada, son obras cuya estructura, es periodística.

Fue su vocación periodística la que lo llevó a Bogotá, en donde presenció la dictadura de Gustavo Rojas Pinillas; lo hacen salir del país, rumbo a Venezuela, donde colabora con el escritor Tomás Eloy Martínez, argentino, el autor de esa gran novela sobre Eva Perón, Evita, Santa Evita, y a la postre ambos promotores de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, creada en 1995.

En Venezuela observa la caída de otra dictadura, cuyos personajes luego se convertirían en actores de novelas.

En 1959, es enviado como corresponsal a cubrir la Revolución Cubana, esta experiencia lo marcó, porque esta revolución fue vista como el camino redentor de América Latina para liberarse de dictadores.

Esa esperanza que tuvo mucha gente en América Latina cuando vio la Revolución Cubana.

La rebeldía ante la injusticia, la liberación de los pobres.

De la relación con los revolucionarios, con El Che Guevara, con Fidel nace la idea en éstos de crear la Agencia Prensa Latina, y su corresponsal de lujo es nada más y nada menos que García Márquez para revelar desde el corazón del imperio las noticias sobre la verdad cubana.

El periodismo y l a política, como ha escrito don Julio Scherer García se atraen y repelen mutuamente.

La vocación de García Márquez lo lleva a descubrir que los mejores reportajes son aquellos que se novelan. Por eso, la figura del patriarca es recreada en varias de sus novelas.

Hoy, en el maremágnum de homenajes al Nobel colombiano, vale recordar que desde el punto de vista periodístico,

El Gabo sigue siendo un referente incuestionable.

Tan es así que el propio Scherer, Julio Scherer García le acaba de dedicar uno de sus mejores textos en el reciente número de Proceso que acaba de aparecer.

De igual modo, en las páginas de La Jornada del pasado domingo, su directora, la periodista Carmen Lira publicó un texto y una foto del Gabo cuando éste participó en el nacimiento de esa cooperativa en 1984.

Escribir es tan necesario como beber agua, le dijo el Gabo a Jacobo Zabludovsky, de las aseveraciones más conocidas sobre el Gabo es que nada como la grabadora, ni como las escuelas de Comunicación, como los adversarios más virulentos contra la memoria del periodismo, y significativamente lo importante no es quien de la primera noticia, sino quien la de mejor.

Hoy en día valdría la pena que miles de periodistas, que le rinden homenaje al Gabo, reflexionen sobre sus palabras, sobre la práctica y la ética del ejercicio periodístico. Abro comillas, “el empleo vicioso de las comillas den declaraciones falsas o ciertas, facilita equívocos inocentes y deliberados, manipulaciones venenosas que le dan a la noticia la magnitud de una arma mortal.

Y rematemos con esta frase exagerada: Típicamente “Garcíamarquiana”, aunque se sufra como un perro no hay mejor oficio que el del Periodismo, esta es la faceta que hoy quisiera recordar, ante la muerte de Gabriel García Márquez, la faceta que el mundo, América Latina y el gremio periodístico debería tener presente.

Leer al Gabo es vivirlo, y vivirlo es rendirle nuestro mejor homenaje, porque su lectura también es un viaje hacia lo mejor de nosotros mismos; quienes aún no hayan leído al Gabo deténganse un momento, pausen su vida, para encontrarse en ese mundo mágico, en ese realismo mágico que permanecerá para siempre.

Por su atención muchas gracias.