Un justo culto a Sándor Márai. Nueva librería en Chihuahua

Un justo culto a Sándor Márai. Nueva librería en Chihuahua

Suplemento Campus

El talentoso novelista, poeta, dramaturgo, ensayista y periodista es homenajeado con un nuevo templo de la cultura que lleva su nombre

Mi admirado Víctor Hugo Rascón Banda me contaba que todavía le tocó cuando en su natal Chihuahua un político se encontraba en la calle con un artista y mejor se cambiaba de acera. No sé cuánto habrán cambiado las cosas de entonces a la fecha, mi querido amigo, pero me apena decirte que creo que más bien poco, porque abundan todavía los obtusos que no reconocen la O por lo redondo y confunden la gimnasia con la magnesia. Es más, me parece que hasta se han agudizado en la materia, en un mundo donde parecieran importar cada vez menos el pensamiento y lo artístico, privilegiando en cambio lo más efímero y baladí porque, como bien decía nuestro también dilecto Enrique Servín, los más de nuestros políticos no acaban de entender que la promoción de la cultura debiera ser un compromiso impostergable en nuestros países subdesarrollados y materia imprescindible en un mundo por desgracia cada vez más proclive a la histeria y la indolencia.

En un contexto donde pareciera vivirse una realidad del mundo al revés, porque la intolerancia ha asaltado a la razón y los perseguidos con poder persiguen a sus persecutores, un ex gobernador abre una librería y tiene como modelo y maestro espiritual a un escritor de otro tiempo y crasamente olvidado, el húngaro Sándor Márai (Košice, actual Eslovaquia, 1900-San Diego, 1989). Formado en la Budapest del todavía Imperio austrohúngaro, fue uno de esos sabios y humanistas escritores de culto que cayó en desgracia tras el advenimiento de la Hungría comunista, porque su formación y su talante poco o nada tenían que ver con un nuevo modelo de hegemonía soviética donde la política de Estado imponía como autoridad sólo la doctrina propagandística. Ese sería el destino y la tragedía de muchos, quienes como Márai promulgaban una estética “independiente”, distante de aquello que primero el Tercer Reich y después el bloque socialista tildarían de arte “decadente” y “degenerado”. No dejen de ver esa hermosísima película que es No dejes de mirarme, ya antes aquí comentada, del muy talentoso realizador alemán Florian Henckel von Donnersmarck, sí, el mismo de esa joya cinematográfica La vida de los otros.

Admirado por otros grandes escritores disidentes o perseguidos como Thomas Mann o Stefan Zweig, hasta después de su muerte, ya casi nonagenario, curiosamente pocos meses antes de la caída del Muro de Berlín, Sándor Márai salió del ostracismo en que ignominiosamente había sido sepultado casi toda su larga existencia, y novelas ejemplares suyas como La mujer justa y El último encuentro, o su visionario temprano libro de memorias Confesiones de un burgués, por ejemplo, recibieron por fin la atención y el valor que con injusticia les habían sido negados. Antes un escritor modélico, su congruencia lo llevó primero a ser perseguido por los fascistas, y más tarde a ser tildado de “burgués” en la Hungría socialista, condenándolo a la defenestración y el autoexilio, temas recurrentes en su literatura posterior y a la larga motivo de aislamiento en un mundo que después lo orillaría, ya enfermo y solo, muy lejos de su amada tierra, al suicidio.

Tambien un dotado poeta, dramaturgo, ensayista y periodista, Márai fue uno de los primeros declarados promotores de la obra de Kafka, y como lo hiciera Proust con la aristocracia francesa que supo ver a la vez desde dentro y a distancia, supo analizar no sin cierto dejo de honda ironía la decadencia de la burguesía húngara ––los miopes no lograron verlo–– de cara a un nuevo siglo. Otros libros suyos como Divorcio en Buda, o La herencia de Eszter, por ejemplo, resultan de lectura obligada para entender un proceso de cierre que pareció haber detenido el tiempo en esos países aislados tras la repartición tras bélica. La crisis húngara tras las dos invasiones, primero la alemana y después la soviética, se descorre con lujo de detalles, a través de una prosa poética impecable, en las citadas Confesiones de un burgués o ¡Tierra, tierra!

El espíritu de este gran escritor húngaro de culto ronda toda esta librería que lleva su nombre y que abrió un combativo político que sabíamos era además un hombre culto y gran lector. Extraordinariamente puesta y con el apoyo de un amplio equipo de talentosos arquitectos e interioristas, el mismo Javier Corral nos ha anticipado que varios de los espacios de esta hermosa casa rescatada en la calle Independencia, a una cuadra de la avenida Bolívar, en el corazón de la capital del Estado Grande, servirán de tributo a admirados escritores chihuahuenses como José Fuentes Mares, Carlos Montemayor, Víctor Hugo Rascón Banda, Ignacio Solares o Enrique Servín, presentes de igual modo en este espacio del saber y de la lectura.

Un nuevo templo que promueva la cultura y la creación siempre será bienvenido, y mucho más cuando se hace con recursos propios, con pasión y por amor al arte. Con rincones varios que incentivan la lectura, incluidos los niños que son con quienes debe empezarse a promover el acercamiento a los libros, el propio Sándor Márai hubiera sido el primero en ovacionar este esfuerzo que apuesta por mantener vivo ese maravillo transmisor del conocimiento y del saber, de la creatividad y de la imaginación, que es ese objeto fetiche que se resiste a morir, porque su muerte significaría de alguna manera la muerte de la condición humana misma.

Actualización: El día de la inauguración, vencieron la ignorancia y la inquina

Hoy que era la inauguración de la librería, ya con invitados como el titular de la FIL de Guadalajara y Giménez Cacho, entre otros, llegó Gobernación del Municipio (monigote el Presidente Municipal de Chihuahua de Maru Campos) y clausuró la Librería. No una cantina, no un bar, sino una librería.

Fuente: https://suplementocampus.com/un-justo-culto-a-sandor-marai-nueva-libreria-en-chihuahua/

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