Salvo dignas y honrosas excepciones, los Tribunales de nuestro país han fracasado en combatir la corrupción y la impunidad. Tenemos un sistema judicial mórbido, insano, que exigía una pronta intervención. Un sistema lleno de privilegios, prebendas, poderosos, en donde sólo se aplica “justicia” para el que más tiene y más puede, pero que dejó de lado al necesitado, al vulnerable, al olvidado, al pueblo. Un sistema judicial que creció de la mano del poder político y económico de nuestro país, a quien reverenció, solapó y benefició. Un sistema que le quedó a deber al pueblo de México, pero como no hay deuda que no se pague, ésta el primer domingo de junio, será saldada.